La vacunación es una forma sencilla, inocua y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas. Las vacunas activan las defensas naturales del organismo para que aprendan a resistir a infecciones específicas, y fortalecen el sistema inmunitario.

Tras vacunarnos, nuestro sistema inmunitario produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad, con la diferencia de que las vacunas contienen solamente microbios (como virus o bacterias) muertos o debilitados y no causan enfermedades ni complicaciones.

La mayoría de las vacunas se inyectan, pero otras se ingieren (vía oral) o se nebulizan en la nariz.

La vacunación es una forma segura y eficaz de prevenir enfermedades y salvar vidas, hoy más que nunca. En la actualidad disponemos de vacunas para protegernos contra al menos 20 enfermedades. En su conjunto, esas vacunas salvan cada año tres millones de vidas.

Cuando nos vacunamos, no solo nos protegemos a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean. A algunas personas, por ejemplo, las que padecen enfermedades graves, se les desaconseja vacunarse contra determinadas enfermedades; por lo tanto, la protección de esas personas depende de que los demás nos vacunemos y ayudemos a reducir la propagación de tales enfermedades.

Durante la pandemia de COVID-19 la vacunación sigue siendo de importancia crucial. La pandemia ha provocado una disminución del número de niños que reciben inmunización sistemática, lo que podría dar lugar a un aumento de enfermedades y defunciones por enfermedades prevenibles. La OMS ha instado a los países a que garanticen la continuidad de los servicios de inmunización y salud esenciales, a pesar de los desafíos que plantea la COVID-19.

Las vacunas ponen en marcha las defensas naturales del organismo y, de ese modo, reducen el riesgo de contraer enfermedades. Actúan desencadenando una respuesta de nuestro sistema inmunitario, que:

  • Reconoce al microbio invasor (por ejemplo, un virus o una bacteria);
  • Genera anticuerpos, que son proteínas que nuestro sistema inmunitario produce naturalmente para luchar contra las enfermedades;

recuerda la enfermedad y el modo de combatirla. Si, en el futuro, nos vemos expuestos al microbio contra el que protege la vacuna, nuestro sistema inmunitario podrá destruirlo rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal.

  • En definitiva, las vacunas son una forma ingeniosa e inocua de inducir una respuesta inmunitaria sin causar enfermedades
  • Nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos.

Las vacunas protegen contra muchas enfermedades, entre ellas:

  • El cáncer cervicouterino
  • El cólera 
  • La difteria
  • La hepatitis b
  • La gripe
  • La encefalitis japonesa
  • El sarampión
  • La meningitis
  • Las paperas
  • La tosferina
  • La neumonía
  • La poliomielitis
  • La rabia
  • Las infecciones por rotavirus
  • La rubéola
  • El tétanos
  • La fiebre tifoidea
  • La varicela
  • La fiebre amarilla
  • El Covid-19

Actualmente se siguen desarrollando otras vacunas, y algunas de ellas ya se administran experimentalmente. Es el caso de las que protegen contra el ébola o contra el paludismo, que todavía no están disponibles en todo el mundo.

Todos los componentes de las vacunas son importantes para garantizar su inocuidad y su eficacia. Estos son algunos de ellos:

  • El antígeno: es una forma muerta o debilitada de un patógeno (por ejemplo, un virus o una bacteria) que prepara a nuestro organismo para reconocer y combatir una determinada enfermedad en el futuro.
  • Adyuvantes: ayudan a incrementar la respuesta inmunitaria y, así, facilitan la acción de las vacunas.
  • Conservantes: garantizan que la vacuna mantiene su eficacia.
  • Estabilizantes: protegen la vacuna durante su transporte y almacenamiento.
  • Algunos de los componentes que figuran en la etiqueta de las vacunas nos son desconocidos, pero muchos de ellos están presentes de forma natural en nuestro organismo, en nuestro entorno y en los alimentos que ingerimos. Para garantizar su inocuidad, se hace un examen y un seguimiento integral de todas las vacunas y de sus ingredientes por separado.

Con las escasas excepciones de algunas vacunas, nunca es demasiado tarde para vacunarse. Pregunte a los profesionales sanitarios cómo recuperar las dosis de vacunas no administradas, tanto a usted como a su hijo.

Prácticamente todo el mundo se puede vacunar. Sin embargo, la vacunación está desaconsejada o debe postergarse en situaciones específicas o cuando se presentan determinadas enfermedades orgánicas

  • Enfermedades o tratamientos crónicos (como la quimioterapia) que afecten al sistema inmunitario.
  • Alergias graves o potencialmente mortales a componentes de las vacunas (cabe señalar que estas alergias son muy raras
  • Una enfermedad grave el día de la vacunación. Con todo, los niños que presentan una enfermedad grave el día de la vacunación deben ser vacunados en cuanto se encuentren bien. Las enfermedades de intensidad moderada y la fiebre baja no contraindican la vacunación.

Aun así, estos factores suelen variar en función de la vacuna. Si no está seguro de que usted o su niño pueden recibir una determinada vacuna, pregúntelo a los profesionales sanitarios. Ellos le ayudarán a decidir con conocimiento de causa acerca de su vacunación o de la de su hijo.

La vacunación es inocua y, aunque pueda producir efectos secundarios, como dolor en el brazo o fiebre baja, suelen ser muy leves y temporales. Si bien no puede descartarse que ocasionen efectos secundarios graves, estos son sumamente raros.

Todas las vacunas autorizadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las distintas fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas con regularidad tras su comercialización. Además, los científicos hacen un seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca de indicios de que causen efectos adversos.

Es mucho más probable padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, el tétanos puede ocasionar dolores muy intensos, espasmos musculares (por ejemplo, de músculos que se utilizan para masticar) y coágulos sanguíneos, mientras que sarampión puede inflamar el encéfalo (encefalitis) y causar ceguera. Muchas enfermedades prevenibles mediante vacunación nos pueden matar. Los beneficios de la vacunación superan con creces los riesgos a los que exponen, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedades y de defunciones.

Se ha demostrado científicamente que administrar varias vacunas al mismo tiempo no causa efectos negativos. Los niños están expuestos cada día a cientos de sustancias que desencadenan respuestas inmunitarias. Al ingerir un alimento, introduce nuevos gérmenes en su organismo, y su nariz y su boca albergan muchas bacterias.

Cuando se administra a un niño una vacuna múltiple (por ejemplo, contra la difteria, la tosferina y el tétanos) se reduce el número de inyecciones y se le causa menos malestar. Además, se garantiza que recibe las vacunas que necesita en el momento adecuado para no exponerlo al riesgo de contraer enfermedades potencialmente mortales. 

En este momento se están desarrollando varias vacunas contra el COVID-19, las cuales presentan algunas diferencias. Entre los tipos de vacunas utilizadas se encuentran vacunas de virus inactivados, virus atenuados, proteínas víricas, ácidos nucleicos (ADN y ARN) y vectores virales. Para Colombia tendremos disponibles las siguientes vacunas:

  • Pfizer-BioNTech: Vacuna de ácidos nucleicos (RNA mensajero (RNAm)) en esquema de dos dosis con un intervalo de 21 días entre dosis. Con una protección del 95 % contra el COVID 19 y de cerca al 100% en casos severos (enfermedad severa y muerte).
     
  • Moderna: Vacuna de ácidos nucleicos (RNA) en esquema de dos dosis con un intervalo de 28 días entre dosis. Con una eficacia del 94.1 % contra el COVID 19 y de cerca al 100% en casos severos (enfermedad severa y muerte).
     
  • Universidad de Oxford y AstraZeneca Vacuna de vector viral de adenovirus de chimpance no replicante en esquema de dos dosis con un intervalo de 28 días. Con una eficacia entre el 62.1 - 90 % contra el COVID 19 y de cerca al 100% en casos severos (enfermedad severa y muerte).
     
  • Instituto Gamaleya (Sputnik V) Vacuna de vector viral no replicativa en esquema de dos dosis con intervalo de 21 días. Con una eficacia del 91.6 % contra el COVID 19 y de cerca al 100% en casos severos (enfermedad severa y muerte.
     
  • Sinovac Vacuna de virus inactivado en esquema de dos dosis con intervalo de 14 días. Con una eficacia del 51% contra el COVID 19 y de cerca al 100% en casos severos (enfermedad severa y muerte).
     
  • Janssen Pharmaceutical Vacuna de vector viral (no replicativa) en esquema de una dosis. Con una eficacia del 72% para prevención de COVID 19.
     

Es importante tener en cuenta que estas vacunas contra el COVID-19 no contiene el virus vivo por lo tanto no pueden trasmitirle la infección. Tampoco hacen que el cuerpo produzca el virus vivo.

En los esquemas de dos dosis de vacuna contra el COVID19, es importante recibir ambas dosis para que la vacuna sea lo más efectiva posible. El momento de recibir la segunda dosis se debe cumplir en el tiempo correspondiente según el tipo de vacuna.

Debido a que las vacunas contra la COVID-19 se han estado desarrollando en los meses precedentes, es demasiado pronto para saber la duración de la inmunidad que confieren y hay que seguir investigando para responder a esta pregunta. Sin embargo, hay datos alentadores que indican que la mayoría de las personas que se recuperan de la enfermedad adquieren una inmunidad que protege contra una nueva infección, al menos durante un cierto tiempo, si bien aún se está determinando en qué grado y con qué duración.

Hasta la fecha, enero del 2021, todavía hay muchas incógnitas sobre la mayor parte de las vacunas experimentales contra la COVID-19 que están en fase de desarrollo. De las vacunas autorizadas para su uso en emergencias, aún desconocemos cuánto tiempo dura la protección que brindan. Tendremos la respuesta a esta y otras preguntas en los próximos meses, a medida que las vacunas se estudien más a fondo.

En este momento se continúa estudiando la seguridad de la vacuna COVID-19 durante el embarazo porque esta población no fue incluida en los estudios clínicos iniciales. Sin embargo, dado que las gestantes tienen un riesgo mayor de complicaciones por COVID-19, los expertos recomiendan la vacunación, especialmente en mujeres con comorbilidades durante el embarazo, riesgo de COVID-19 grave y alta exposición.

Después de vacunarse puede tener algunos efectos secundarios, que son signos normales de que su organismo está generando protección. Los efectos secundarios más comunes son dolor e inflamación en la zona de la inyección. Además, puede tener fiebre, escalofríos, cansancio y dolor de cabeza. Estos efectos secundarios pueden afectar su capacidad de realizar sus actividades diarias, pero deberían desaparecer al cabo de pocos días.

Se desconoce si la vacuna se excreta en la leche materna, las mujeres en lactancia no fueron incluidas en los estudios clínicos iniciales. Sin embargo, dado que la plausibilidad del riesgo para el recién nacido y lactante es baja, se recomienda vacunar las mujeres en periodo de lactancia, especialmente las que presentan riesgo de COVID-19 grave o tienen alta exposición. Se recomienda no suspender la lactancia materna después de la vacunación.

No. Las personas con COVID-19 que tienen síntomas deben esperar para vacunarse hasta haberse recuperado de la enfermedad y hasta que reúnan los criterios para suspender el aislamiento; las personas sin síntomas también deben esperar hasta que reúnan los criterios para vacunarse. Esta pauta alcanza también a las personas que se enferman de COVID-19 antes de su segunda dosis de la vacuna.

Se recomienda que incluso las personas que ya tuvieron COVID-19 reciban la vacuna. Se desconoce con certeza cuánto dura la protección de los anticuerpos después de que una persona se recupera de la infección por COVID-19. Sin embargo, si usted aún no se ha recuperado no debe vacunarse, y debe reprogramar su cita.

  • Se deberá posponer la administración de la vacuna de COVID-19 si usted presenta síntomas que pueden relacionarse con COVID-19 como fiebre mayor de 38 grados centígrados, dolor de garganta, malestar general o dificultad respiratoria. En este caso se recomienda que acuda a un servicio de urgencias para realizarse una prueba diagnóstica para confirmar COVID-19.
  • Si a usted le han administrado cualquier vacuna (incluida vacuna de influenza) en los últimos 14 días se deberá posponer la vacuna para COVID-19 hasta cumplir 15 días posterior a dicha administración.

Sí. Para protegerse y proteger a otras personas, siga estas recomendaciones.

  • Use una mascarilla que le cubra la nariz y la boca
  • Manténgase al menos a 6 pies de distancia de las demás personas
  • Evite las multitudes
  • Evite los espacios con poca ventilación
  • Lávese las manos frecuentemente

Es importante que todos sigamos usando todas las herramientas disponibles para ayudar a detener esta pandemia mientras aprendemos más acerca de cómo funcionan las vacunas contra el COVID-19 en condiciones reales. Los expertos también están analizando cuántas personas se vacunaron y la forma en que el virus se propaga en las comunidades. Además, todavía no sabemos si vacunarse contra el COVID-19 evitará que transmita el virus que causa el COVID-19 a otras personas, incluso si usted no se enferma. Los CDC seguirán actualizando esta página en la medida que tengamos más información.

No es obligatoria, usted debe firmar un consentimiento informado previo a la aplicación. Es deber de todo colombiano el autocuidado.

Fuente: Organización Mundial de la Salud